
Latinoamérica vive una expansión acelerada del extractivismo. Este modelo económico despoja territorios y vulnera derechos fundamentales.
Las comunidades enfrentan contaminación extrema. Muchas zonas se convierten en “zonas de sacrificio”, donde la salud se deteriora gravemente.
Los proyectos extractivos ofrecen empleos precarios a los hombres. Mientras tanto, las mujeres enfrentan violencia de género y exclusión. La violencia sexual y el feminicidio aumentan en estos contextos. Las mujeres quedan relegadas a tareas domésticas sin reconocimiento ni protección.
Además, muchos de estos proyectos violan el derecho al consentimiento libre, previo e informado. Esto contradice normas internacionales de derechos humanos.
El extractivismo se legitima con discursos de “lavado verde”. Estas falsas soluciones refuerzan el colonialismo verde y perpetúan el despojo.
Frente a esta realidad, las comunidades resisten. La defensa del territorio se convierte en una lucha por la vida y los derechos humanos. Campesinas, indígenas y habitantes de periferias urbanas lideran esta resistencia. Enfrentan amenazas constantes por proteger sus tierras.
Las mujeres juegan un rol central en esta defensa. Sin embargo, sufren injusticias específicas por razones de género. Sus cuerpos y vidas son blanco de violencia. También enfrentan el silenciamiento de sus voces y la exclusión en espacios de decisión.
Incluso, en algunos casos, dentro de sus propias organizaciones muchas veces no se les reconoce como líderes. Esto limita su participación y empoderamiento.
Ante este contexto, surge la Escuelita por la Justicia Climática Feminista, una iniciativa de la Red Latinoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Sociales y Ambientales.
Desde 2021 y con apoyo de FCAM, la Escuelita fortalece a mujeres defensoras del medioambiente. Participan organizaciones de El Salvador, Honduras, México y Nicaragua. Este proyecto regional promueve la protección de defensoras. También impulsa soluciones basadas en justicia climática y equidad de género.
La Escuelita escala procesos de formación y salvaguarda de organizaciones locales, promoviendo soluciones de mitigación y adaptación. Lo hace desde una perspectiva de preservación socioambiental, igualdad y justicia climática.
La Escuelita se basa en cuatro estrategias fundamentales:
Estas estrategias nacen de una caravana regional. Durante tres meses, la Red recorrió Centroamérica para escuchar a las organizaciones aliadas. Las defensoras compartieron sus luchas contra la minería. También hablaron de los impactos en sus cuerpos, territorios y climas.
Como resultado, la Red identificó la necesidad de capacitar a las defensoras sobre la conexión entre la crisis climática, la minería y la violencia contra las mujeres.
Una preocupación común fue la falta de información sobre la crisis climática. Esta carencia limita la capacidad de defensa y adaptación. Las mujeres defensoras necesitan formación específica. Las escuelas y universidades han ignorado sus realidades y reproducido discriminaciones.
La Escuelita responde a esta brecha. Ofrece contenidos que conectan la crisis climática con la violencia extractiva y de género. Las participantes aprenden sobre mitigación y adaptación. También fortalecen sus capacidades para incidir en sus comunidades.
La Escuelita por la Justicia Climática Feminista desarrolla ciclos anuales de formación. Cada año, las defensoras participan en talleres mensuales con enfoque temático.La metodología utilizada se llama “Semilleros”. Fue diseñada por y para mujeres, y se basa en educación integral, diálogo de saberes e interculturalidad.
Los grupos de trabajo intercambian información y realizan actividades. Usan herramientas didácticas diversas que fortalecen el aprendizaje colectivo.
Los talleres abordan temas urgentes y estratégicos para las defensoras:
Algunas participantes nunca habían escuchado sobre las Conferencias de las Partes (COP). En la Escuelita, descubren su relevancia y cómo incidir en estos espacios.
“En el caso mío y de mis compañeras, no habíamos escuchado de las COPs y fue en este espacio donde aprendimos y reconocimos la importancia de estos temas… ¡ojalá este proceso siga!” — Participante de Guatemala.
Este tipo de formación transforma la manera en que las defensoras enfrentan la crisis climática. Les da herramientas para actuar con conocimiento y estrategia.
La Escuelita también aborda el desgaste físico y emocional que enfrentan las defensoras. Muchas veces, priorizan la lucha por encima de sí mismas.
“No todas las compañeras cuentan con estas herramientas… incluso se puede comentar que en ocasiones las defensoras no tienen límites propios porque las luchas socioambientales son desgastantes.” — Consultora del proyecto.
Reconocer esta realidad es clave. La Escuelita promueve el autocuidado como parte de la resistencia. Cuidar los cuerpos es cuidar la lucha.
La Escuelita por la Justicia Climática Feminista es un modelo replicable. Su enfoque integral responde a las necesidades reales de las mujeres defensoras.
Combina formación, protección, sanación y articulación regional. Todo desde una perspectiva feminista, comunitaria y ambiental.
Este proyecto demuestra que la justicia climática solo es posible con justicia de género. Las mujeres defensoras son clave para transformar el presente y el futuro.
La Escuelita ha generado impactos concretos en los territorios. Sus acciones fortalecen la adaptación y mitigación frente a la crisis climática desde una perspectiva feminista.
1. Aportes a la adaptación y mitigación
La Escuelita impulsa la transferencia de tecnologías apropiadas. También promueve el desarrollo de conocimientos y prácticas para la conservación socioambiental.
Las comunidades tradicionales acceden a métodos y estándares adecuados. Esto mejora su capacidad de respuesta ante los efectos del cambio climático.
2. Diagnósticos y generación de conocimientos
Se han realizado diagnósticos multipaís sobre los impactos del cambio climático. También se analizan las falsas soluciones y la violencia contra mujeres y territorios.
Las defensoras identifican sus saberes y capacidades. Esto permite implementar soluciones coordinadas y efectivas para la protección de las personas defensoras de la tierra y el medio ambiente.
3. Fortalecimiento del monitoreo comunitario
En El Salvador, se adquirieron equipos para el monitoreo comunitario del agua. Las comunidades campesinas fortalecen así su vigilancia ambiental territorial.
Este tipo de acciones mejora la autonomía local. También permite detectar y denunciar impactos del extractivismo.
Las defensoras identifican múltiples consecuencias del modelo extractivo:
Las participantes también identifican prácticas que se presentan como soluciones, pero agravan la crisis:
Las mujeres defensoras proponen alternativas sostenibles y comunitarias:
“En el lago de Güija, estamos pasando por una tragedia en El Salvador y Guatemala. Las mujeres han salido terriblemente afectadas. Se perdieron cientos de peces manejados por pescadoras que tenían su futuro y esperanza en esas jaulas flotantes, y con la lluvia se desbordaron. La mina aprovechó para vaciar sus lixiviados. Mis compañeras están afectadas económica y mentalmente”. — Participante de El Salvador
“El modelo extractivo antes era una práctica más artesanal, pequeña que aun así ayudó a la economía de los países europeos con la colonización, hoy en día es parte del modelo. Nuevamente el sistema colonialista se vuelve a instalar y se llevan no solo los bienes minerales, naturales, también nuestros saberes, herencias ancestrales, cultura, espiritualidad y cosmovisión, porque te imponen un modelo más modernizado, deshumanizado, menos colectivo, más individual y en esta lógica trabajan. En todas sus dimensiones se atenta contra la vida, la sabiduría de las mujeres”. — Participante de Honduras.
“Me dibujé siendo parte de mi comunidad. En mi dibujo puse lo que se nos ha dañado. Puse un río que significa vida; tenía un caudal.” — Participante de Honduras.
¡Es momento de actuar por la justicia de género, socioambiental y climática!
Las mujeres defensoras están enfrentando el extractivismo, protegiendo sus territorios y creando soluciones reales desde sus comunidades. La Escuelita por la Justicia Climática Feminista es más que una iniciativa: es una red de resistencia, sanación y transformación.
Tú puedes ser parte del cambio.
¡No hay justicia climática sin justicia de género! ¡No hay futuro sin territorios vivos!
Descarga:
“Pequeñas inversiones con grandes impactos”, publicación de donde extrajimos el estudio de caso de la Escuelita por la Justicia Climática Feminista.