Una escuela que hace florecer liderazgos

FCAMFoundation February 27, 2025

Conversamos con Bianka Rodríguez, directora de COMCAVIS TRANS, organización salvadoreña que mejora las condiciones de vida de la población LGBTI de El Salvador y que en 2024 implementó la Escuela de Formación, Liderazgo y Participación Ciudadana, dirigida a mujeres lesbianas, bisexuales, trans y queer de Santa Ana, Sonsonate, San Miguel, San Vicente y San Salvador, con el fin de fortalecerlas en sus derechos, en su capacidad de incidencia, en el desarrollo de narrativas, en estrategias de diálogo, así como en autoestima y construcción de acuerpamiento colectivo.

La Escuela de Formación, Liderazgo y Participación Ciudadana, fue un espacio presencial de aprendizaje, empoderamiento y transformación enfocado en fortalecer las capacidades de liderazgo y participación activa de mujeres lesbianas, bisexuales, trans y queer. Durante ocho sesiones desarrolladas a lo largo de cuatro meses en 2024, se generaron herramientas prácticas, conocimiento crítico y redes de apoyo, para enfrentar las desigualdades y violencias estructurales que las participantes enfrentan.

También trabajaron en la creación de nuevas narrativas, redefinieron colectivamente lo que significa ser mujer, ser feminista y ser activista diversa. Esto, además de fortalecer la reflexión y el análisis, generó un acercamiento emocional entre todas, permitiéndoles conocerse, compartir sus historias e ir trazando una ruta para superar los desafíos que enfrentan para el acceso de sus derechos.

Casi 80 mujeres diversas aplicaron para participar en la Escuela y de estas quedaron 30 seleccionadas. Las participantes provenían de diferentes comunidades y territorios donde COMCAVIS TRANS tiene mayor trabajo en temas de desplazamiento forzado y donde hay necesidades no sólo de protección sino también de empoderamiento. Vinieron de Santa Ana, Sonsonate, San Miguel, San Vicente y San Salvador.

En el contexto inicial de la Escuela, muchas de las participantes llegaron con historias marcadas por la violencia estructural, la exclusión social y el acceso limitado a espacios de toma de decisiones y liderazgos. 

«Una de las cuestiones que identificamos fue la escasa o nula participación en procesos de formación cívica, democrática y de liderazgo, porque no se considera que las mujeres LBTIQ+ (ni el propio colectivo LBTQ+) deban participar de la vida política del país. Eso es grave porque te da un mensaje de cómo a pesar de que hemos tenido candidatos que se han postulado para diputados y para consejos municipales, no se ve positivo que una persona LBTQ+ participe en espacios democrático. También, vimos el aislamiento de personas LBT y la falta de redes de apoyo, porque muchas de estas viven en comunidades pobres, con recursos limitados o en contextos donde ser abiertamente LBTQ+, representa un riesgo. Por ejemplo, no es lo mismo ser una persona LGBT en Santa Ana, un departamento fronterizo con Guatemala, a ser una persona LGBT en la capital, en San Salvador, donde incluso dentro de estas historias una líder nos contaba que su madre tuvo que mandarla a San Salvador porque en Santa Ana la iban a matar cuando se autodefinió como una mujer trans», Bianka Rodríguez, directora COMCAVIS TRANS.

En la Escuela también se identificó el desconocimiento de los derechos humanos y de lo que significa e implica la incidencia. Bianka nos comenta: «Veíamos mucho desconocimiento en la terminología, por ejemplo, de participación política, de liderazgo efectivo, de abogacía, de incidencia. También vimos la inseguridad que se da cuando aplicas estos conocimientos en la práctica y cómo esto puede afectarlas personalmente, y es algo que hemos trabajado con la psicóloga. Muchas tenían inseguridad de cómo ejercer estos roles de liderazgo».

Semillas que germinaron a partir de la Escuela

La Escuela fue un espacio de transformación para las 30 mujeres LBTQ+, generando posteriormente un efecto multiplicador, porque al regresar a sus comunidades pusieron en práctica lo que denominaron «iniciativas comunitarias».

Estas iniciativas fueron autogestionadas e implicaron una inversión de no más más de 500 dólares, pero el resultado fue impactante, debido al involucramiento de la comunidad con el liderazgo de las mujeres LBTQ+, que participaron en la Escuela.

Por ejemplo, en Santa Ana hicieron una iniciativa comunitaria con adultos mayores (quienes tienen muchos prejuicios hacia las personas LGBTI) enfocada en la sensibilización, a partir de la identificación de los derechos que tienen en común. Las compañeras de San Salvador invitaron a empresas e hicieron una biblioteca humana, utilizando sus propias historias de vida para hacer activismo y sensibilizarles. Cabe destacar que, en San Salvador, mucha de la discriminación hacia las personas LGBT proviene de la empresa privada. 

Estrella: una luz que aprendió a brillar con más fuerza

Estrella fue una de las participantes de la Escuela de Liderazgo. Al inicio llegó con mucha ansiedad y predisposición, debido a experiencias previas de tratos hostiles y de discriminación en otros espacios. Sin embargo, más pronto que tarde descubrió que en la Escuela las cosas serían diferentes. «Desde la bienvenida se dio cuenta que no sería lo mismo de siempre, porque pudo exteriorizar su identidad sin que la trataran en masculino. Ha estado en espacios donde le dicen Estrella, pero la tratan como él y este es un espacio inclusivo, donde se deconstruyeron esos prejuicios», donde se respetaron las opiniones de cada quien, volviéndose en un espacio solidario. 

Cuando se realizó el taller de autoestima, Estrella estaba aterrada. Le preocupaba ser juzgada y señalada al contar su historia de vida, pero en la medida que la iba narrando, notó cómo las demás le prestaban atención y sentían mucha empatía hacia ella, algo que no había vivido en otros talleres y espacios organizativos. Estrella dijo al final, que nunca se había sentido tan plena por el hecho de ser escuchada y entendida por otras mujeres.

En uno de los talleres prácticos de la Escuela, Estrella asumió el rol de promotora comunitaria y aunque no tenía conocimientos en planificación (ni tampoco el resto de las participantes), armaron la propuesta. Enfocaron su tema en las formas de violencia que enfrentan las mujeres LBTQ y lo desarrollaron a través de una campaña pública. Lo profundamente transformador para Estrella y sus compañeras fue que en el proceso de cocreación de la campaña, escucharon sus respectivas experiencias y descubrieron que la violencia no las afecta a todas por igual y que cada una de las identidades y orientaciones, sufre una violencia diferencial. Luego de este descubrimiento, se pusieron en la labor de saber cómo comunicarlo. Estrella comentó que a través de mensajes cortitos podían dar a conocer lo que estaban viviendo, incluso con una fotografía podrían decir mucho más que con un gran texto. 

Con este proyecto Estrella finalizó la Escuela de Liderazgo, llena de inspiración, con una perspectiva más amplia y satisfecha de haber conocido herramientas prácticas, concretas y ajustadas a lo que están viviendo en sus comunidades. Fue tanto el entusiasmo de Estrella y sus compañeras al ver florecer sus propios liderazgos, que expresaron la necesidad de multiplicar lo aprendido llevando iniciativas comunitarias a sus territorios, «y de ahí fue donde todas tomaron su rol o su papel y empezaron a decir, "hagamos una en Santa Ana", "una en Sonsonate", "una en San Miguel" y así comenzaron a organizarse de manera más colectiva» (Bianka).

line